Aunque lo que más suelo publicar son las actividades que realizo para el público infantil, la mitad del trabajo de ALADANZA está dirigido a mujeres mayores y/o en riesgo de exclusión social.
Danza, música, movimiento saludable, estimulación neurológica y cognitiva y gestión emocional son algunas de las disciplinas que desde una firme perspectiva de género imparto para la Asociación Mujeres con Tiempo Propio, que cuenta con vocalías en diversos lugares de Asturias, y para el Programa “Femenino y Plural” que la Oficina de Políticas de Igualdad del Ayuntamiento de Gijón pone a disposición de las Vocalías de la Mujer de las asociaciones de vecinos de la ciudad.
Tengo que confesar que a veces me avergüenza hablar de resiliencia, asertividad, sororidad, etc. ante mujeres cuyas biografías hacen que ELLAS sean todos estos conceptos que llenan la boca a generaciones posteriores que en la mayoría de los casos lo hemos tenido mucho más fácil gracias precisamente a la labor de estas mujeres.
Mujeres, la mayoría de más de 75-80 años, a las que admiro por seguir enfrentando la vida con implicación, curiosidad, alegría y muchas ganas de seguir adelante. No me canso de decirles que son el espejo en el que mirarme y transitar mi madurez.
Todas esas mujeres anónimas que no son ni serán reconocidas pública ni históricamente por su legado pero sin las que muchas mujeres como yo no tendríamos la vida actual que disfrutamos. ¡Si ellas supieran lo fuertes y valientes que son!
¿Y sabéis lo que más demandan y necesitan? SER ESCUCHADAS. Se sienten terriblemente solas e incomprendidas a pesar de que una gran parte de ellas tiene un entorno familiar que las acoge y en muchos casos, las cuida. Pero no ven en ellas a la mujer humana, adulta e independiente que necesita expresar su alegría, su dolor, sus miedos, sus anhelos, sus intereses, sus aprendizajes vitales…, en fin, que necesitan ser escuchadas desde el corazón, porque como expresa Saint-Exupéry en “El Principito”, “lo esencial es invisible a los ojos”.
En esta sociedad cada vez más “visualmente empantallada” y en riesgo de deshumanización, ¿seremos capaces de mirar a nuestras personas mayores, aprender de sus experiencias y darles el lugar que se merecen?
“Me estremecieron mujeres que la Historia anotó entre laureles y otras desconocidas, gigantes, que no hay libro que las aguante” (“Mujeres”, Silvio Rodríguez)
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